El rol de los jóvenes. Testimonio desde Pergamino
A quienes están como estuve
Por Viviana Drivet
¿Participar en la comunidad o concentrarnos en asuntos más ‘útiles’ de la vida, tales como el trabajo u obligaciones cotidianas o al simple ocio en nuestro tiempo libre? Esta es una pregunta habitual tanto de jóvenes como de adultos, pero aunque esta nota puede ser leída por el público en general, al escribirla estoy pensando en un lector joven.
Claramente, para participar en una comunidad, asociación o agrupamiento sin fines de lucro debe existir un gusto hacia tal actividad y un interés que la haga perdurable. Particularmente he encontrado ese lugar en un centro del cual muchas veces, o cada vez que lo digo, debo explicar de qué se trata. El Centro Marchigiano de Pergamino. Llegué a él a través de María Ruffini, a quien me acerqué por una investigación de la escuela. Yo tenía 16 años y la profesora de Historia nos dio como trabajo práctico “investigar” sobre nuestra familia, sobre nuestros abuelos y bisabuelos, nacionalidad, trabajo, etc ¥Qué extraño me suena ahora afirmar que conocí la historia de mi familia porque me lo pidieron en la escuela! ¥Lo empecé haciendo por una nota! Pero no fui la única. Resulta que mis abuelos maternos eran “Marchigianos” mi madre lo sabía aunque no tenía en claro de que se trataba pero se lo había escuchado repetir varias veces a su padre, igual los primos de mi mamá.
Y fue aquí como por ese trabajo encargado por la prof. Cristina Nobili de Martinez del colegio Normal, me acerqué al Centro Marchigiano para ver que información podría sacar de allí. Hoy, después de casi nueve años de que esto haya sucedido, me pregunto cómo nunca había pensado en mi familia, descubrí que sabía muy poco de la historia de mi ascendencia que tanto repercutía en mí, porque muchas características, situaciones y acciones me marcaron como miembro de mi familia y como ciudadana de una comunidad altamente influenciada por la inmigración. Fue allí, el lugar donde aprendí las primeras nociones de la lengua italiana razón por la cual pude explicarme el significado y procedencia de varias expresiones de mi familia -como en otras- y los matices lingüísticos particulares que tenemos los rioplatenses.
Este Centro Marchigiano aparte de ser un lugar donde conocí a personas que siempre querré (como la extrañable Leonor) fue el ámbito donde crecí a nivel social. Crecimiento primero desde la revisión para, posteriormente, ver a futuro. Porque, por ser precisamente una asociación donde el vínculo de unión es la ascendencia común de la Región Marche en Italia, se busca conocer nuestra historia para formarnos la conciencia de ella pero a la vez poder servirse de las oportunidades que brindan la red de asociacionismo en la que participa.
Actualmente, la región Marche, como otras regiones italianas, implementa políticas en el exterior que buscan favorecer a los jóvenes descendientes de su región. Luego de participar en la asociación, se me dio la oportunidad de ir a Italia a conocer el lugar de donde era mi familia. Y lo hice. Viajé en octubre del pasado 2008. Diez días en los cuales conocí la increíble región de campos de parcelas de diferentes colores que se combinan con la historia medieval en algunas ciudades, renacentistas en otras, y a la vez insertas en el urbanismo de hoy con su actividad industrial. Una mixtura única, pero todo en equilibrio y en una zona muy tranquila. Cuando me paraba a pensar en ciudades como Jesi, Urbino, Macerata, Loreto, Tolentino, entre otras, parecía estar en cuatro regiones a la vez. Agricultura, historia, cultura y actividad urbana industrial se combinan en la perfecta armonía como solo los renacentistas italianos, siguiendo los modelos griegos, supieron aplicar y explicar. Y fue allí, en ese país donde me impactó el idioma, escuchando a las profesoras que nos guiaban en los museos explicándonos sobre arte y sobre la filosofía que había en esas obras, como en Urbino ante las obras de Rafaelo. Allí fue cuando al escuchar italiano -universalmente considerado como el idioma del Arte- sentí lo placentero de escuchar una lengua tan histórica y viva a la vez, tomando conciencia plena de que no existen las lenguas muertas (como se lo considera al latín) sino evoluciones de la mismas.
Resumiendo, siempre estaré agradecida al Centro Marchigiano de Pergamino por ser: la cuerda que me permitió unir el pasado y presente de mi familia y mi comunidad; el primer lugar de contacto con la lengua que hoy me apasiona; el medio donde participo activamente en la sociedad; y, por haberme permitido viajar con gastos de pasajes y estadía incluidos a la tierra de donde han venido tantos de los que luego ellos y sus hijos fueron y son argentinos.
A los 10 años de su fundación en el próximo 10 de marzo. Quien escribe, la cuarta participante pergaminense de ese programa de viajes, en la actualidad profundizando sus conocimientos de italiano y con las intenciones de estudiar en aquel país, agradece todo el aporte ya manifestado e invita a los jóvenes a “pertenecer”. Y, hablando entre jóvenes: “Quédense tranquilos, nadie perderá el tiempo, todo es aprendizaje. Busquen sus ‘lugares’. Podrán existir diferencias como en todo agrupamiento humano. Pero ninguna oportunidad nos llega al living de nuestra casa o en la del amigo. Las oportunidades sólo nos llegan cuando participamos, y sólo cuando se participa se encuentran los sentidos.”
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